viernes, 21 de junio de 2013

FICHA DE TRABAJO: BINGO DE LA RESPONSABILIDAD


  Para esta actividad debes contar con tu lapicero


                   BINGO DE LA RESPONSABILIDAD
   Encuentra a alguien que cumpla el requisito y anota su nombre.
   Si terminas tu tablero gritas: ¡Bingo!


Encuentra a alguien que colabora con los demás.


Encuentra a alguien que trabaja para ayudar a sus padre

Encuentra a alguien que se acostó tarde pero que se levantó temprano


Encuentra a alguien que desaprobó un curso pero se esforzó y fue promovido


Encuentra a alguien que siempre es puntual

Encuentra a alguien que cuida de su aseo persona


v  Ayudados por el profesor (a), dialogan con las personas que hemos identificado en cada casillero de nuestro juego de bingo. Les preguntamos.

·         ¿Cómo aprendieron que debían colaborar con los demás?
·         ¿Qué les impulsó a levantarse temprano a pesar que regresaron de una fiesta?
·         ¿qué hicieron para aprobar el curso?
·         ¿Cómo aprendieron a ser puntuales?
·         ¿Porqué consideran necesario cuidar del aseo personal
·         ¿Qué significa para ustedes ser responsable?

v  Nos organizamos en cinco grupos
v  Cada grupo recibe un comportamiento cuyo constante ejercicio ayuda a una persona a ser responsable tales como: puntualidad, orden, el cumplimiento del deber, la constancia, el optimismo.
v  Con este comportamiento construirán la historia de una persona adolescente que lo practica. Para facilitar el trabajo contarán con la definición de este comportamiento.
v  Presente la historia en plenaria
 
Definición de comportamientos responsables:
La Puntualidad: Es hacer las cosas a tiempo; llegar a la hora convenida. Es signo de aprecio a uno mismo y de respeto a los demás. Construyamos la historia de una persona que es puntual.

El Orden: Nos lleva a no perder el tiempo en lo accidental y lo secundario para ganarlo en lo esencial, en lo más importante; así como poner todo en su lugar. Construyamos  la historia de una persona que es ordenada.

El Cumplimiento del Deber: Nos permite valorarnos más como personas ante la satisfacción que sentimos por el trabajo y cumplimiento adecuado de todas nuestras obligaciones.  Construyamos la historia de una persona que cumple con su deber.

La Constancia: Nos permite seguir hasta el final, sin abandonar ante las dificultades que surjan. Construyamos la historia de una persona que es constante.

El Optimismo: Nos mantiene ilusionados con la mirada puesta en el éxito final. Construyamos la historia de una persona que es optimista.

 


Ø  Enumeramos los beneficios que traerá en la vida de un estudiante el ser  responsable y cumplir con su deber.
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Algo que debemos recordar:
Asumir una responsabilidad contigo mismo fortalece tu autoestima. Ser responsable significa que tú mismo haces algo, te dispones a CREAR situaciones en las que actúas de la manera más beneficiosa para ti y para los demás.
La responsabilidad es resultado de un impulso que nos mueve a hacer realidad nuestros proyectos personales. Un proyecto personal puede ser aprobar satisfactoriamente todos los cursos al final de un bimestre de trabajo escolar y esto nos motiva a ser responsables con los estudios, las horas de descanso, de diversión, de trabajo.
Ser responsable es en esencia asumir nuestra propia cuota en la tarea de crecer y madurar. Tu impulso interior y tu voluntad son y serán tus  mejores aliados.
No podemos pensar que las cosas se consiguen con “golpes de suerte”, sólo triunfan los que ponen esfuerzo; tampoco nos puede engañar la idea del éxito fácil; ése, si existe, es fugaz y no tiene base ni consistencia. Para ser héroes no hay que hacer grandes hazañas; hay que vencer cada día en una pequeña cosa.
Si tenemos un proyecto ya tenemos motivos para hacer las cosas. Entonces hacen falta los hábitos, que son los comportamientos que realizaremos siempre para cumplir con nuestros proyectos, como el orden y la puntualidad.

VIDEO: ¿A dónde nos puede llevar el no asumir nuestras responsabilidades?


Comenta con tus compañeros lo observado y responde las siguientes preguntas
¿Qué problema se presenta en el video?
¿Qué ha ocasionado tal situación?
¿Cómo se hubiese podido evitar?
¿Qué relación guarda con el valor de la responsabilidad?
¿Alguna vez has pasado por una situación similar? Explícala

FORMAR CIUDADANOS RESPONSABLES ES EL ÙNICO MODO DE CONTAR CON BUENOS PROFESIONALES

Dicen algunos expertos en estos temas que las gentes formulamos juicios morales por intuición, que no tenemos razones y argumentos para defenderlos, sino que tomamos posiciones en un sentido u otro movidos por nuestras emociones. Tratan de comprobarlo, por ejemplo, con lo que llaman “males sin daño”, como es el caso de una persona que promete a su madre moribunda llevarle flores al cementerio si muere y, una vez muerta, no cumple su promesa. ¿Ha obrado moralmente mal? La madre no sufre ningún daño y, sin embargo, la mayoría de la gente está convencida de que está mal obrar así, pero no saben por qué. Y esta es la conclusión que sacan los expertos en cuestión: las gentes asumimos unas posiciones morales u otras sin saber por qué lo hacemos, nos faltan razones para apoyarlas. Cuando lo bien cierto es que en nuestras tradiciones éticas podemos espigar razones más que suficientes para optar por unas u otras, aunque se trate de cuestiones nuevas. Conocer esas tradiciones y aprender a discernir entre ellas es, pues, de primera necesidad para asumir actitudes morales responsablemente, para poder dialogar con otros sobre problemas éticos y para innovar.
Esto no se consigue en un día, por arte de birlibirloque, sino que requiere estudio, reflexión, diálogo abierto. Ese era el propósito de una asignatura, presente en el currículum de 4º de la Enseñanza Secundaria Obligatoria desde hace casi un par de décadas. Se llamó primero Ética. La vida moral y la reflexión ética, ahora lleva el nombre de Educación ético-cívica, y en su honor hay que decir que ha permanecido en su lugar a través de los cambios políticos. Sólo antes de que naciera se planteó el problema de si la ética era una alternativa a la religión, o si más bien era común a todos los alumnos, mientras que la religión quedaba como optativa. Afortunadamente, esta segunda fue la solución, y desde entonces ningún grupo social y ningún partido político han puesto en cuestión su presencia en la escuela.
Es lamentable, pues, que desaparezca en el Anteproyecto de ley orgánica para la mejora de la calidad educativa, cuando la calidad debería consistir sobre todo en formar personas y ciudadanos capaces de asumir personalmente sus vidas desde los valores morales que tengan razones para preferir, no solo en que los alumnos adquieran competencias y conocimientos para posicionarse en el mundo económico. Si se trata de “lograr resultados”, como dice a menudo el anteproyecto, ayudar a formar una ciudadanía responsable es un resultado óptimo y además es el único modo de contar con buenos profesionales.
Un buen profesional no es el simple técnico, el que domina técnicas sin cuento, sino el que, dominándolas, sabe ponerlas al servicio de las metas y los valores de su profesión, un asunto que hay que tratar desde la reflexión y el compromiso éticos. Justamente la crisis ha sacado a la luz, entre otras cosas, la falta de profesionalidad en una ingente cantidad de decisiones, el exceso de profesionales que utilizaron técnicas como las financieras en contra de las metas de la profesión, en contra de los clientes que habían confiado en ellos.
En un sentido semejante se pronuncia el economista Jeffrey Sachs al afirmar al comienzo de su último libro, El precio de la civilización, que “bajo la crisis económica americana subyace una crisis moral: la élite económica cada vez tiene menos espíritu cívico”. Y lleva razón, nos está fallando la ética, esa dimensión humana que no solo es indispensable por su valor interno, sino también porque ayuda a que funcionen mejor la economía, la política y el conjunto de la vida social. Hace falta, pues, en la educación una asignatura que se ocupe específicamente de reflexionar sobre los problemas morales, conocer las propuestas que nuestras tradiciones éticas han aventurado, y argumentar y razonar sobre ellas para acostumbrarse a adoptar puntos de vista responsablemente.
Claro que una modesta asignatura no basta, que no es la píldora de Benito que resuelve todos los problemas, pero una sociedad demuestra que una materia le parece indispensable para formar buenos ciudadanos y buenos profesionales cuando le asigna un puesto claro en el currículum educativo, no cuando la diluye en una supuesta “transversalidad”, que es sinónimo de desaparición. Y más si ese puesto es el que ahora tiene, 4º de la ESO, un momento crucial en el proceso educativo.
Una sociedad no puede renunciar a transmitir en la escuela su legado ético con toda claridad para que cada quien elija razonablemente su perspectiva, porque es desde ella desde la que podemos juzgar con razones sobre la legitimidad de los desahucios en determinadas ocasiones, sobre la obligación perentoria de cumplir los objetivos de desarrollo del milenio, sobre la injusticia de que las consecuencias de las crisis las paguen los que no tuvieron parte en que se produjeran, sobre la urgencia de generar acuerdos en nuestro país para evitar una catástrofe, sobre la indecencia de dejar en la cuneta a los dependientes y vulnerables. Es desde esa dimensión de todo ser humano llamada vida moral desde la que se decide todo lo demás, una dimensión que es personal e intransferible, pero tiene que ser también razonable.
Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

EDUCAR PARA UNA CIUDADANÌA ACTIVA: Por Adela Cortina

"-Como sigas sin venir a clase, llamo a tu padre.
-Profe, si lo encuentra, me avisa".
Es un sucedido. Me lo contaron unos colegas de filosofía, profesores de Enseñanza Media en Palma de Mallorca, como podía haber sido en cualquier otro lugar de España. Forma parte de nuestra vida corriente.
Ante sucesos como éste suenan las alarmas y se reclama algún tipo de educación para la convivencia, de forma que los chicos no se acosen unos a otros, no se lesionen ni lesionen a los profesores. Y ése es desde luego un mínimo exigible: convivir sin dañarse. ¿Pero es sólo esto lo que ha de pretender la educación en la Escuela, incluida la célebre "Educación para la Ciudadanía": que podamos convivir sin matarnos? ¿O habría que ir más allá y empoderar a las gentes para que sean protagonistas de sus vidas, en solidaridad con los conciudadanos que igualmente han ser los autores de sus biografías?
En los últimos tiempos los proyectos educativos de la Unión Europea pretenden impulsar una ciudadanía activa, cosa de la que se venía hablando desde que entró en crisis el Estado del Bienestar. El Estado benefactor, a pesar de sus grandes méritos, había generado una ciudadanía pasiva, en-tendida como un "derecho a reclamar derechos", y era preciso pasar a la ciudadanía activa de quienes están dispuestos a reclamar sus derechos y a ejercerlos, a pechar con sus responsabilidades y a construir, participando en ella, la vida común. Edificar un Estado de Justicia, si no del Bienestar, o mejor, una Sociedad justa, es cosa de todos.
Al fin y al cabo, aquí viene a recalar una preocupación que surgió en nuestro país desde que la Constitución de 1978 consagrara la libertad religiosa y, por tanto, también el pluralismo moral. Se planteaba entonces si una sociedad pluralista puede educar en los valores de una ética cívica, de una ética de los ciudadanos, compartida por las distintas éticas de máximos, y la respuesta viene siendo desde entonces afirmativa; sólo el método para detectar esos valores ha ido variando. Si en principio se recurrió a la clarificación de valores, al "saco de valores" o al procedimentalismo, no tardó en llegar un nuevo recurso: la idea de ciudadanía democrática entraña unos valores éticos que es preciso ir desgranando de forma que sirva como un nuevo hilo conductor para averiguar de cuáles se trata.
De hecho, la asignatura de Ética que figura en 4º de la Enseñanza Secundaria Obligatoria incluye ya los proyectos morales propios de una sociedad pluralista ("derechos humanos", "voluntariado" o "feminismo"), los políticos ("democracia"), y la reflexión que se hace desde las más acreditadas teorías éticas sobre las propuestas de felicidad, las exigencias de justicia, el sentido de un diálogo en condiciones de humanidad, justamente desde la perspectiva de lo que se puede esperar de una ciudadanía democrática. Y es de desear que la estructura de la nueva materia no difiera mucho, que tenga esa doble dimensión de los proyectos morales en la vida cotidiana y la reflexión ética que le da sentido.
Porque importa conocer los derechos que ya nos reconocen la Constitución y las distintas declaraciones, pero para forjar una ciudadanía crítica, autora de su vida en solidaridad, no basta con conocer el "qué", sino que es necesario reflexionar también sobre el "porqué", del que han ido ocupándose distintas teorías éticas. Es necesario apropiarse de convicciones racionales, dispuestas a dejarse criticar y a ejercer a su vez la crítica.
No se aprende a ser ciudadano activo sólo leyendo prospectos, por muy valiosos que sean, ni siquiera conociendo cómo llegaron a elaborarse los productos que figuran en ellos. Ni es de recibo educar emociones y sentimientos sin aducir con luz y taquígrafos las razones por las que se considera que ciertos valores y conductas son superiores a otros. Educar en la autonomía, en la ciudadanía activa, supone pertrechar a los alumnos también de razones y ayudarles a ponderar cuáles son más poderosas, de forma que puedan ir decidiendo por su cuenta.
Evidentemente, ésta es una tarea para la sociedad en su conjunto. Para padres y maestros, que no pueden sino compincharse en este juego de la educación, que es de suma positiva: no como el fútbol, donde lo que unos ganan lo pierden otros, sino que acá ganan todos o todos pierden. Pero también políticos y medios de comunicación tienen su cuota en esto de forjar una ciudadanía activa, y para lograrlo podrían acabar, entre otras cosas, con la partidización de la vida pública.
Decía Ignacio Sotelo con todo acierto que la vida política se ha partidizado y eso no es bueno. Pero todavía es peor, creo yo, que no se haya partidizado sólo la vida política, la que tiene relación con la organización del Estado, sino también la vida pública en su conjunto, incluidas las cuestiones morales.
Como sobre ellas será necesario legislar, los partidos defienden una posición y hacen de ella una opción partidista, la toman como la propuesta del partido; aunque es obvio que habrá desacuerdos entre sus miembros. Las cuestiones, entonces, no se politizan, sino que se "partidizan": cualquier postura que un ciudadano defienda ya viene monopolizada por un partido y se acusa al ciudadano de utilizar el discurso del partido en cuestión. Como si las gentes no pudieran pensar por su cuenta, o como si lo deseable en una sociedad madura no fuera justamente que piensen por cuenta propia y no sigan los "argumentarios" oficiales, tampoco los de los partidos políticos.
Es letal para una sociedad que los desacuerdos morales se resuelvan en enfrentamientos partidistas, que cada partido capitalice una posición moral y la convierta en parte de su acervo. Porque partidizar la vida moral supone convertirla en un arsenal de votos que se disputan quienes desean conquistar el poder y mantenerlo, y eso es desembocar, entre otras cosas, en una ciudadanía inevitablemente pasiva.
Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia y directora de la Fundación ÉTNOR

FUNDAMENTACIÒN: EL VALOR DE LA RESPONSABILIDAD EN LA FORMACIÒN CIUDADANA


Si bien es cierto, la educación es un proceso que tiene como finalidad la formación integral de la persona y como docentes tenemos el compromiso de desarrollar en los alumnos sus capacidades y actitudes que permitan fortalecer los valores, el respeto a las normas de convivencia, la conciencia moral, individual y pública. Asimismo, enriquecer su actuar personal y ciudadano y por ende contribuir a formar una sociedad democrática con ciudadanos responsables en el cumplimiento de sus  funciones.
Por ello, aprender a vivir con responsabilidad en la escuela en el contexto actual en el que vivimos es uno de los desafíos que como docentes debemos asumir puesto que son contraejemplos de ciudadano que encontramos diariamente en los medios de comunicación social y en la vida cotidiana; como por ejemplo, cuando escuchamos frases como: ¡La plata llega sola! de autoridades que cometen actos corruptos de diversa modalidad, etc. Situación como la ya mencionada o cuando se escucha a los estudiantes decir no hice mi tarea, genera preocupación y un gran reto para nosotros los maestros quienes nos preguntamos qué debemos hacer para producir en nuestros estudiantes conductas adecuadas a las circunstancias, que permita asumir con responsabilidad sus roles asignados para un desenvolvimiento eficiente en la escuela y por ende en su comunidad.
Es por eso, el presente blog está orientado a desarrollar, potenciar y fortalecer el desarrollo de capacidades y actitudes para generar conductas sociales responsables que promuevan el respeto a los derechos de todos y cada uno de las personas, así como estimular a los estudiantes a que compartan un conjunto de experiencias orientadas a su participación activa y crítica en los diversos asuntos de su comunidad y del país.
Por ello, promover la responsabilidad es importante porque es la capacidad de decidir razonadamente y asumir las consecuencias de los actos y, siendo el aula un escenario donde se desarrolla nuestro accionar pedagógico, un espacio de implicancia, de autoconocimiento, autonomía, de comunicación y socialización con nuestros estudiantes es menester como docentes desarrollar competencias ciudadanas para promover y dinamizar la participación responsable de nuestros estudiantes como sujetos de derecho y responsabilidad, es decir formar ciudadanos con actitudes coherentes con los valores cívicos y ciudadanos.

NUESTRO EQUIPO DE TRABAJO:

AIDA DÁVILA LÓPEZ
WALTER CERVANTES PEJERREY
LUIS FERREL NAVARRO
DAVID ESCALERA TORREJÓN
JORGE FABIÁN LÓPEZ

HISTORIETAS SOBRE EL VALOR DE LA RESPONSABILIDAD






LA RESPONSABILIDAD: VALOR FUNDAMENTAL PARA LA CONVIVENCIA DEMOCRÀTICA


1. ¿Qué es la responsabilidad?
La responsabilidad es la virtud o disposición habitual de asumir las consecuencias de las propias decisiones, respondiendo de ellas ante alguien. Responsabilidad es la capacidad de dar respuesta de los propios actos.
Una persona responsable toma decisiones conscientemente y acepta las consecuencias de sus actos, dispuesto a rendir cuenta de ellos.

2. Condiciones para que exista responsabilidad.-
Para que pueda darse alguna responsabilidad son necesarios dos requisitos:
o libertad.- Para que exista responsabilidad, las acciones han de ser realizadas libremente. En este sentido, ni los animales, ni los locos, ni los niños pequeños son responsables de sus actos pues carecen de uso de razón (y el uso de razón es imprescindible para la libertad).
o ley.- Debe existir una norma desde la que se puedan juzgar los hechos realizados. La responsabilidad implica rendir cuenta de los propios actos ante alguien que ha regulado un comportamiento.

3. ¿Responsabilidad ante quién?
El hombre responde de sus actos ante quien es capaz de dictarle normas, y esto sólo pueden hacerlo  uno mismo (juicio de conciencia) y otros hombres. A su vez, la responsabilidad ante los demás puede ser de varios tipos: responsabilidad jurídica (ante las leyes civiles), familiar, laboral, etc.

4. ¿Cuàndo disminuye la responsabilidad?
Disminuye la responsabilidad cuando disminuye la libertad, es decir, lo que entorpece la voluntad y el entendimiento, que son las facultades necesarias para realizar acciones libres. Por ejemplo, la violencia, la ignorancia y el miedo.

5. ¿Es mejor ser poco responsable?
No. Es preferible ser hombres libres, dueños de sus actos, capaces de tomar decisiones y de asumir sus consecuencias.
 
6. ¿Cómo ser más responsables?
El camino más rápido para mejorar en responsabilidad es apreciar claramente que de nuestro comportamiento dependen cosas grandes. Los hombres con ideales y metas elevadas se responsabilizan enseguida de sus decisiones.

7. ¿Qué cualidades ayudan a la responsabilidad?
Hay varias virtudes que se relacionan mutuamente con la responsabilidad :

1 Valentía.- Para dar cuenta de los propios actos hace falta un valor capaz de superar el temor al castigo. (Responsabilidad ante los demás).

2 Humildad.- El orgullo dificulta pedir perdón; mientras que la persona humilde reconoce sus fallos. (Responsabilidad ante uno mismo).